Con la mente abierta y con la predisposición adecuada, el surf se ramifica en una riqueza emocional, no cuantificada en valor monetario. De todas maneras, el contacto con el agua se torna una necesidad y un estímulo. Todo cuanto haces, piensas y ejecutas no es más que un acto involuntario de tu mente. La voluntad se establece de manera innata. Las marejadas invisibles existen y tú no las ves.
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