martes, 17 de noviembre de 2015

La espera


Quince largos días... Resuenan una y otra vez, a cuál campanario repicando en el extenso vacío de la penumbra.

..Tic-tac-tic-tac. Horas, minutos, segundos, el reloj no para... Tic-tac-tic-tac, galopando cuál caballo deja su huella de erosión continúa. Y nadie dice nada y todo está parado... Tic-tac-tic-tac, y las agujas se muestran indiferentes, pasa el tiempo, pasa el sol y la luna y el sonido del Tic-tac-tic-tac, se hace ensordecedor.

El viento brama en silencio y las estrellas te miran y observan desde el cosmos gigantesco. Y tú, retorciéndote de dolor ansiado, ves como las agujas del reloj no paran. He aquí lo que un anticiclón de los más grandes, jamás visto, hace con el Tic-tac-tic-tac lo que hago yo con el Tac-toc-tac-toc.

Gracias a los elementos, la costumbre se acepta. 

viernes, 6 de noviembre de 2015

Silencio en BCN, por favor.


Era martes, las ruedas del coche penetraron en lo salvaje de Barcelona, llegué hasta la playa del Hospital del Mar. 

Aparqué, bajé y me asome al balcón del Mediterráneo. En el paseo marítimo mil personas, entre hipsters, longboardes a ruedas (como giran), con sus cuerpos atléticos, tías corriendo y mostrando sus virtudes atléticas (hazte un "download" mental y despegas), surfers y olas más que decentes. Después sirenas, grúas, bullicio... Mi cuerpo y mi mente no se adaptaban, era como "joder, apagad la luz de esta ciudad, que la estáis matando, callaros de una puta vez todos... Y los surfers allí metidos en el agua marrón, y los comentarios de algunas chicas y chicos "això del surf ho tenim que provar...".

En mi desesperación más profunda, en mi alma más externa, las personas o los humanos somos los generadores del cáncer de la tierra. Las olas, tan sólo sonaban como un murmullo chiquitito, en aquellas playas artificiales de Barcelona.

Réquiem por el surf, los nuevos tiempos no van conmigo.

Se murió.