viernes, 26 de septiembre de 2014

El ritmo del surf, es el ritmo del infierno.







 ¿A qué velocidad viaja el mar?, no lo se, su velocidad es la punta de mi descontrol, cuanta más velocidad ejecuta más descontrol me genera. Generación de miedos locos, de acidez inexpresiva en tu rostro angelical.

Demonios atropellando a los percebes recién llegados, como una calavera llena de fuego, en el punto de mira de su ira incontrolable. Agachad vuestra cabeza, os voy a contar un descontrol que se llama "la sangre corre a la velocidad de la sal del mar".

Dejadme que descontrole, que mi velocidad os genere la mediocridad de la que todos somo participes. Créis que sois los mejores del universo, pero las estrellas os dirigen a vuestro destino más odioso.

Participamos en la solidaridad del prójimo (que pase el próximo h.p., que lo vamos a reventar).

Queréis radicalidad, queréis a v.p.m. vestida de azul celeste, queréis que os arranque un diente y lo muestre al universo para que lo retuerza en su excentricidad más delirante.

La sal del mar viaja a la misma velocidad que los glóbulos rojos en la sangre.

sábado, 6 de septiembre de 2014

El viento lo cura todo


Hace años, en un número de Tres60 surf (mi primera revista que compré), salía un reportaje sobre Málaga, donde un grupo de surfers pillaban las "pocas" olas que el Mediterráneo daba. En un punto del reportaje, comentaban " tenemos tres tipos de viento, el levante, ese trae olas, el sur y el "desesperante", que ese ni trae olas, ni viento ni na de na..." Al leerlo, mi risa estalló en un momento de júbilo, pues entendí que los que surfeamos por estos lares, el "desesperante" está muy presente en el día a día.

No voy a defender a este mar, no voy hablar maravillas de él, simplemente voy a dejar que la naturaleza siga su curso.

Es curioso, que en los grandes lagos de EE.UU, se haga surf y se acepte como tal, pese a practicarse tierra a dentro. 

Aquí en Europa, andamos con un mentalidad y creencias muy sociales, muy contaminadas. Pero gracias a esas leyendas urbanas, el Mediterráneo nos ha enseñado aprovechar las chustas mas grandes de olas, sin periodo, sin previsiones certeras. Al fin y al cabo, el surf es libre, los que no son libres son las personas con sus juicios y sentencias.