Ciertas ironías y superaciones de miedos interiores, generaron en los individuos de la Cataluña más purista, pija y de aspecto mental alucinógeno, la consagración más disparatada de su ego más puro. Tragaron tanta psicodélica publicista, que en su desespero almacenaron la esperanza de encontrar el oasis perdido: Indonesia.
Llegaron a esas tierras, extranjeras, donde todo valía 3 euros, pero en la propia desgracia interna de los individuos acérrimos a su desdichada alma, no encontraron el acierto de su conducta, hacia los habitantes de las tierras Indonesias.
Siam Ratzekal Abrahim II, aprendió a escudriñar su machete durante semanas de práctica. Su única misión era: buscar a los tipos de los tres euros y liquidarlos.
Al llegar a la playa, donde esas ratas tres euristas, se escondían bajo su disfraz, tengo pasta pero soy surfista.
Siam, escondió su machete los miró a los ojos y les dijo: "Volved a vuestra tierra de origen, no volváis a pisar nunca más esta playa, si no hacéis lo que os digo, vuestro futuro será trabajar en aquel arrozal, por lo que os quede de vida y cobraréis tres onzas de arroz al mes."
Las caras de los catalanes valientes, se transformaron en muecas propias de insolencia lasciva y ridícula.
Siam, se dio media vuelta, y una sonrisa de orgullo defensor, recorrió su rostro, y sus músculos se retorcían de risa y buen humor: Siam observó como los pantalones de los Nangas extranjeros se mojaron inmediatamente a su intervención. Siam volvió a su playa, se deslizó con su tabla por la rompiente y le comentó a su amigo Ritzuliko: "... Te vendo mi tabla por tres euros... Europeos... Claro está."
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