La ruta, era escogida de manera aleatoria, sin presunción alguna. Aquel maldito día, Joe, escogió un camino llamado: "el camino sin cruce". Joe, preparó su repertorio mental de manera precisa, aquel lugar, potroso y polvoriento, lleno de bestias carnívoras, dispuestas a succionarle todo rasgo de energía y pureza, con el único fin de hacerle desistir a las primeras de cambio... Él lo sabía mejor que nadie hasta que llegó el momento.
En la acidez mas inverosímil, Joe enganchó su arma más precisa y sofisticada, que tenía en sus manos, su poder mental y se deslizó con silencio extremo por el páramo, cuál serpiente deslizante buscando a su presa, en armonía, en conjunción con el sistema astral. Él sabía mejor que nadie, que durante la travesía, cambiaría su forma de ver el mundo, dejaría de ser el niño en su estado puro y perdería su propia esencia del disfrute y la compresión.
Pasaron días, meses, años, siglos y vidas, para que Joe encontrara el final de aquel extraño camino...
Aquella ruta sin cruce, fue la ruta con mas vertebraciones perimetrales, dificíles de entender, con baremos gastados, con rugosidad viejuna, que jamás Joe, hubiera pensado. ¿Que camino tan turbulento y lleno de clavos ácidos era éste?
Su pregunta, nunca se la contesto ni se la contestaron. Sólo supo que el final lleguó, con la visión del sigilo luminoso, del descubrimiento de la verdadera e irrefutable paz.
Joe, the transeúnte...
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