miércoles, 16 de noviembre de 2011

Portugal... Dead or Alive.





La historia que a continuación paso a escribir, es verídica, cualquier parecido con la ficción es imposible de conectar. Los nombres de los personajes son inventados para proteger la identidad de la familia.

Parte 1. El viaje.

10 de agosto de 1988.

Amanece en Badajoz, el sol arrasa con sumo cuidado los planos llanos de maíz. La carretera seca en breve será pasto de la visión calorífica del asfalto. El sol no perdona.
La familia Carvajal Bermejo, expertos en viajes familiares, planean su ya consagrado viaje anual a Portugal. Los Carvajal Bermejo se componen de un esposo Fernando Carvajal, su mujer Aurora Bermejo, sus dos hijos pequeños; Julian Carvajal Bermejo y Manuel Carvajal Bermejo junto con su abuela, madre de Fernando Carvajal, doña Hipolita Tejedo.
Fernando preparó todo el tinglado el día anterior, toda la familia ya estaba preparada con sus neveras y artilugios díspares. El coche lleno hasta la bandera con su remolque enganchado para convivir durante 30 extensos días en el país vecino que tan felices les hacía, incluso sus hijos tenían amigos lusos con los que compartir juegos y doña Hipolita Tejedo ya conocía bien a todos los de aquel camping municipal, incluso tuvo una aventura con el de recepción.

El viaje empezó tranquilo, pasaron la frontera rápido, lo único que tuvieron que lamentar fue una pequeña vomitera de Julian al Guardia Civil de turno, pero el muchacho no se pudo aguantar, y su padre se disculpó con el poli hasta la saciedad (..."joder, Julián cada año el mismo policía, hijo cambia el hábito, carajo..."). LLegaron a Elvas sin más, comieron bacalao a la bra y degustaron caipirinha y cafe portugués, vieron su acueducto, fotos de rigor, doña Hipolita protestando, Fernando foto va foto viene, Aurora limpiando la cara de los niños, y los niños corriendo como demonios por las calles de Elvas, como si de un gran premio de fórmula 1 se tratara, vivan las vacaciones.

Llegaron a destino, en el camping municipal Orbitur en Foz Do Arelo, el recepcionista se alegro de ver a los Bermejo, Hipolita más sonrojada que de costumbre liberó una sonrisa escueta a su amor platónico. Se instalaron de manera precipitada, los niños corriendo a la piscina, Aurora a preparar todo el nuevo hogar, doña Hipolita sentada en una silla y Fernando en el bar, matando el rato con el vino portugués.



Parte 2. Lo que la vida trae.

Fernando se dirigió hacia Hipólita, pero sus ojos cerrados en sueño profundo no osaron a moverse. El vino y sus efectos dirigieron las piernas de Fernando en modo automático hacia la caravana; Aurora llamó a la abuela... -Vamos seña Hipólita... que tenemos que cenar...- no contestaba, bajó de manera precipitada hacia donde restaba sentada Hipólita, Aurora la tocó y no despertaba... el rostro pálido... mierda...mierda... ésto no va bien... la cabeza de Aurora trabajaba a destajo, sin freno alguno... joder... joder... Seña Hipolita... gritaba desesperada... Fernando, Fernando tu madre a muerto corre, corre... SILENCIO total y absoluto, la familia no reaccionaba a tal acontecimiento. Fernando sabía que tenían un problema grave, pues al estar en país extranjero las cosas se complicaban. Después de horas de llorera incontrolable, reposo sus pensamientos: Aurora, tenemos que llevarnos a mi madre a España, escondida, si informamos a las autoridades tardaran semanas en repatriar el cadáver. Quiero enterrarla en Badajoz, no quiero que se quede en Portugal. Decididos, recogieron rápido y marcharon a toda prisa carretera hacia España.
...
(En este punto envolvieron a la abuela Hipólita en una alfombra que compraron de camino a España, para evitar sospechas y la cargaron en la vaca de la caravana)
...
Conmocionados y dolidos llegaron a la frontera, pero Aurora preciso de realizar sus necesidades. Paró Fernando en la última gasolinera de Portugal, bajaron estiraron las piernas, mientras los niños dormían extrañados y cansados, para cuando volvieron a la caravana... Sorpresa... no estaba... Unos ladrones aprovecharon el despiste y dejaron a sus hijos en el suelo de la fría gasolinera, llorando como pobres condenados.

Situación compleja, Fernando no daba crédito... Todo finalizó de manera precipitada cuando los ladrones a pocos kilometros de la gasolinera descubrieron el cadaver de doña Hipólita envuelto en la alfombra ambos se desmallaron de la impresión, después la policia portuguesa los encontró junto al cadaver en estado de shock.

Moraleja: Pues ya ves, no cogas lo que no es tuyo.

P.D.: Los delicuentes portugueses viven actualmente en un psiquiatrico especializado en shock emocional-nervioso, cerca de Nazaré, norte de Portugal.

Saludos, desde Portugal, he recuperado mi mente... JEJEJJEJEJEJJEJE.















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