El honor de tocar una gota de agua, resbaladiza y exquisita, le produjo sensaciones desorvitantes. Sus finas manos eran pequeñas prolongaciones sensitivas del estado liquido, de aquello que no es nada y de la nada que lo es todo. Sus cabellos aderezados con continuidad absoluta resurgian expectantes. Alzó su mirada infinita a un destello iluminario, fundiéndose en una energía contigua y entonces aquel galgo se acercó elegante a su regazo, la miró con amor y ella le regaló una caricia de comprensión. Tranquilo amigo, descansa, que tu raza es casta, y aquellos que hicieron sufrir a los de tu semejanza, recibirán su castigo a lo largo de sus vidas. El galgo amortiguó sus palabras y ella lo abrazo como parte del universo, sino más, como parte de su alma. Y en un instante se fundio animal con mujer en un todo.
Los que matan a estos animales que sepan que les espera una vida de desgracia.
Firmado: Joli
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