martes, 12 de enero de 2010

El Purgatorio -EXISTE-

En otras vidas muy lejanas, fuimos surfers en zonas previlegiadas, lugares donde el tiempo se detenía y las marejadas nos abastecían de manera insaciable. Pero, he aquí, el fenómeno de mi teoría. Nuestro egoísmo, egocentrismo y todo el universo, se compaginó de manera milimétrica, para que en la vida que estamos viviendo actualmente, nos hicieramos surfistas en el mediterráneo. No es más que el camino del aprendizaje el que nos llevará a la sabiduría interna de cada uno de nosotros. Nuestra madre natural (universo), nos ha colocado aquí para aprender a: no ser egoístas, a compartir los pocos oleajes que esta zona nos da, a corresponder con quién nos quiere, a no saltar las olas, a entender la escasez de las olas, a no perder los nervios, a observar la meteorología desde un punto de vista mucho más profundo... Y así hasta un largo etcétera. Es un camino ardúo y costoso, lamentable en ocasiones. Pero si le pillas el punto a este gran purgatorio, también tiene sus recompensas. Las actuaciones de nuestro presente y pasado nos condicionan el futuro. Posiblemente no sea la persona más indicada para hablar de todo ésto, pues todavía sigo saltando olas, gritando a la gente, golpeando a todo el que se planta por medio, poniéndome nervioso... Por lo tanto, en otra vida me tocará aparecer en un pueblo Ruso, del interior, donde un gran lago cercano, será mi lugar de surf, tendré que usar lanchas para generar olas o si los vientos me ayudan seguro que se forman olas. Y entonces habré llegado al penúltimo escalon del purgatorio (el Mediterraneo es el antepenúltimo). Ese será el precio. El último purgatorio será el cielo, donde hace tiempo se prohibió el surf, por culpa del tráfico aéreo. El purgatorio EXISTE.
Este texto se lo dedico a mi amigo Pau, que también tiene su purgatorio especial...

1 comentario:

  1. Gracias, Joli, es todo un honor. Ese "punto de vista mucho más profundo" desde el que observamos el tiempo que hace (prestándole especial atención al viento, claro está) es, en efecto, el punto de vista del deseo. Y eso no lo puede decir cualquiera.

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