De la conciencia superior, del pensamiento sin objetivo. De la promiscuidad del ser humano, retógrado, inútil e incoherente. De la responsabilidad agenciada por estimulos externos, influencias seniles del capitalismo lascivo y de aquellos fanáticos que continuan su andadura enfermiza y desordenada. ¿Que es lo que no es y tanto nos preocupa? Mira el reflejo del cielo, abre tus sentimientos sin experiencia acumulada, olvidate de todos tus conocimientos; observando las cosas tal y como son. Sin metas, sin prejuicios, sólo lo que es.
Quisieras rozar el cielo con tu cabello adormecido, volvieras a nacer para volver acometer los actos a los que nos sometimos, directos o indirectos, que nos traeran iguales consecuencias. No reflexiones, sino flexiona, libera.
Las cargas emocionales carecen de dictamen, pero si descargas en el vacio de tu maltrecho cerebro la distancia se asemejará al pensamiento sin destino, sin futuro, sin pasado pero con el ahora presente.
Escribo textos ahora y disfruto de la liturgia contaminante que me otorga la incapacidad de entender y consignar mis propios actos. Si mis dedos lloran mi escritura se empobrece, si mis ojos miran dejo de observar lo reverente, si mi interior desaparece, mi texto no existe. Es en la palabra donde nunca hay nada y siempre queda algo. Si no entiendes nada, entonces has llegado a la perfección del ser humano.
La nada lo es todo.
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