En la peregrinación cerebral más avispada, y los encuentros fortuitos de la no paz espiritual, se encontraba la necesidad de la búsqueda exterior de lo perfecto e innecesario de la vida.
Cuéntese los tramos felices contados con las puntas de los dedos, de aquellos momentos de sufrimiento innecesario. De como las personas nos hacemos sufrir unas a otras. ¿Para qué?, para cumplimentar nuestro vacío oscuro, satisfacer la propia necedad del individuo.
Las correlaciones existenciales dependen de los clavos que inyectes a otras personas. Clavos hirviendo que dejaran agujeros negros en las almas ajenas, mientras, tu feliz, correteas por un campo de amapolas rojas, peinadas por el viento, y te sentirás afortunado del mal ajeno. Esa es la fortuna de la supervivencia: EGOISMO.
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