miércoles, 12 de mayo de 2010

CENTRO DE RECUBRIMIENTO MENTAL


En aquel lejano bosque, sus enseñanzas recobraron intuición de maestre. Se convirtió sin quererlo en el alma gemela de su propia naturaleza. Alejado de todo vestigio de civilización, sin comida, sin techo, sin nada. Sólo él y su alma. Se urgó de manera interior, redescubrió atónito su procedimiento anterior: en aquel entonces trabajaba en una oficina cubierta de cabezas, corbatas, ordenadores, teléfonos que no dejaban de sonar, jefes irritados, compañeras y compañeros de trabajo que presionaban de manera ciega y sorda. Aquel fantástico día, se percató, de todos y cada uno de nosotros nos dedicamos a sabotearnos de manera explícita. Que si yo he comprado esto, que si tu mira lo que tienes, yo también lo quiero, yo, yo, yo... Entonces relativizó todo a la mínima expresión fraudulenta: ¿Porque coño, todo el mundo quiere lo que no tiene y sin embargo no aprecian aquello que tienen?, ¿Y, si yo, dejara de tener todo?, ¿Me pasaría algo?.
Decidió que era el momento de desaparecer, entró en la oficina de su jefe, y le dijo: "Mire usted Sr. Beltrán, acabo de tener una iluminación, quizás no entienda nada, y no hace falta que haga el esfuerzo de entenderlo, simplemente se me han hinchado los cojones tanto de estar aquí metido, que dicho hinchazón me ha provocado que mis sagrados cojones no quepan en esta oficina, por absurdo que le parezca, me bajaré los pantalones para que pueda usted comprobarlo..." El señor Beltran no daba crédito a lo que estaba oyendo, su mano quedó parada en seco. Entonces el humanoide, recogió su silueta, su sombra y se piró al bosque.
Después de todo se convirtió en maestre del bosque. Al cabo de los meses recibió una visita inesperada, el señor Beltran se presentó desnudo y sin nada. Se acercó por detrás a su antiguo empleado y le dijo en voz baja, con sonrisa picara: "Hey, ¿Sabes una cosa?... A mí también se me hincharon los cojones. Los dos se reían abiertamente, a lo que el maestre le contestó: "Sr. Bertran, ahora le toca a usted vivir aquí, a mí se me volvieron a hinchar los cojones de tanta lluvia, fango, comer raíces, meditación... que me vuelvo a la civilización, echo de menos el olor femenino." El señor Bertran, se quedó atónito otra vez, resignado se quedó en el bosque y pensó: ¿Porque lo he dejado todo, si en el fondo me gustaba lo que hacia?.

1 comentario:

  1. Que buen relato Joli, quedan reflejados perfectamente los dos tipos de persona que puede haber, el que tiene iniciativa, piensa por si solo y no se deja arrastrar por su entorno, y aquél que como dices, hace lo que hacen los demás, carente de personalidad...

    La única duda es si realmente el protagonista de llega a bajar los pantalones en la oficina o se larga antes de hacerlo xD

    Sigue así ;-)

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